
Vive con su esposa chilena, su hija de 14 años, su hijastro de 21, y con su sobrino de 19.

Al llegar a Chile, Noria no pudo conseguir la licencia para conducir buses y camiones por no tener los papeles suficientes, pero "gracias a Dios" (como él mismo nos dice) pudo obtener la licencia A2 para taxis y colectivos.
Al preguntarle por la remuneración de este trabajo, Noria contesta que es buena, aunque gran parte de su sueldo se va en pagar por el arriendo del taxi, que le cuesta 50 mil pesos semanales; 12 mil pesos semanales, por el derecho a estacionar en la zona receptora de clientes y 10 mil pesos diarios en combustible. En total hace una suma de 548 mil pesos mensuales de los cuales se tendrían que descontar de su sueldo. Sin embargo, para Noria queda una suma de 800 mil para su bolsillo.

Si bien, Noria, siempre fue evangélico, no fue hace más de dos años que descubrió a Cristo, según él mismo nos cuenta. La pasión de la fe de los evangélicos chilenos, le hizo dar cuenta de que aquí se vivía a Cristo con todo el corazón. Noria dice que ni en toda su vida en Brasil había visto tanta fe y hermandad en la Iglesia, que como en la chilena. Cuenta la anécdota de un viaje al sur que tenían que hacer, pero que sin embargo, no tenían los recursos. Vino un hermano y donó dos buses, otros donaron el dinero de la bencina y otros donaron el dinero para el peaje.


El cuadro de fondo es una pintura de la suegra de Noria que hizo de Brasil. En un mes más, Noria y su familia regresarán a Brasil. Nos cuenta que fue un llamado del Señor lo que les ordenó a predicar la Palabra de Dios, tal como lo hace la Iglesia Evangélica en nuestro país. Noria dice que trabajará como camionero en Brasil, pero cumplirá el sueño de toda su vida: El dedicar su trabajo al Señor.
También nos cuenta de la diferencia entre manejar un camión y manejar un taxi. Manejar un camión constaba de un viaje a toda velocidad por horas, él se sentía más imponente en la carretera, mientras que con el taxi aprendió a conocer los tacos que tanto odia. Sin embargo, ha conocido el lado bueno de ser taxista, que es hacer muchos amigos en el trabajo. Noria cuenta una anécdota que le sucedió con María Paz, una mujer bien parecida (como según él mismo relata) que conocía Brasil y que le llamó la atención el acento del taxista. Lo invitó un café el cual Noria rechazó. Luego de haber entablado una relación, Noria le habló de Cristo y ahora María Paz y su marido son evangélicos.


Con su hija Marta de 14 años y el taxi Chevrolet Octra en el cual trabaja.
1 comentario:
Bien reporteada y bien explicada, pero demasiado privada, no contextualizan qué significa él en el concierto de los inmigrantes, o al menos no lo explicitan. Ojo con los números. Seg´´un lo uque sale aquí, el señor tiene un ingreso de un millón 300 mil pesos aprox (lo que le queda para el bolsillo más lo que gasta en el taxi). Me suena poco plausible.
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